
En resumen, en el cuadro, de Ulda Guzmán, aparece un Omega con bucles rubios y sonrisa bien marcada.
Es este uno de los pasos que faltaba para que el merenguero de calle terminara de ajustarse el cintilo de "personaje más carismático del mundillo farandulero dominicano". A pesar de haber tenido en su contra un proceso por violencia doméstica, de no tener entrada a Estados Unidos (hasta ahora), Omega sigue escalando peldaños en una sociedad que ve en él un reflejo de la cultura popular (o al menos así parece, para felicidad o desdicha de muchos).
La popularidad de Omega se convierte, sin duda, en uno de esos fenøomenos que sociólogos de todas las partes están llamados a estudiar.
